El libro nace como consecuencia de dos sentimientos unidos de la mano; impotencia y tristeza. Ambos son generados al ver a unos pocos mal administrando el país y a otros tantos siguiendo el cauce del río, bien por oportunismo o bien, desgraciadamente, porque se quedaron sin alternativa para poder salirse a tiempo de tal corriente.
Cómo economista, observar lo que estaba ocurriendo sin poder hacer nada o transmitir prudencia con tiempo de antelación cuando sólo se quería continuar con la fiesta, generaba gran desasosiego. Entonces, para la mayoría, querer frenar el desarrollo tal y cómo venía, era, cuanto menos, poco social e incluso antipatriota.
La historia va dirigido a todos aquellos que han sentido cosas similares y en especial a los que están padeciendo las consecuencias de una locomotora de desarrollo insostenible de forma directa e indirectamente:
* Los millones de desempleados que no sólo tienen el deseo sino la necesidad de trabajar.
* Los miles de autónomos que siguen cerrando sus negocios sin tener ningún tipo de protección o los que han ido esquivando con suerte o destreza las desavenencias del mercado hasta la actualidad.
* Para aquellos que temen por la continuidad de sus trabajos y les genera incertidumbre para desarrollar sus proyectos de vida o simplemente se marchen al extranjero con pena o resignación.
* Padres jóvenes a los que este nuestro "estado de bienestar" no les deja estar con sus hijos lo suficiente por verse ambos condicionados a trabajar fuera de casa para llevar una vida medianamente normal.
* Los indignados que salen a la calle y los trabajadores que irán indignándose al ver que les subirán los impuestos, trabajarán más y cobrarán menos sin que su esfuerzo obligado reduzca los niveles de desempleo.
* Y por supuesto a los abuelos que con angustia y consternación sufren en silencio aunque no lo manifiesten.
11 de Noviembre de 2011
Con mis mejores intenciones,
Con mis mejores intenciones,
El autor.
email: ibericia@gmail.com