FRAGMENTOS



INDICE                                                                                                  Pág.






CAPITULO I: INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA.......………...…...1


CAPITULO II: INTENTANDO VISITAR AL ABUELO……….....….7


CAPITULO III: DESCUBRIENDO EL DON…………………...…....19

CAPITULO IV: LAS CUATRO ESTACIONES DE IBERICIA....…33

        SUBCAPITULO I: PRIMERA ESTACIÓN…….…….40

        SUBCAPITULO II: SEGUNDA ESTACIÓN……...…45

        SUBCAPITULO III: TERCERA ESTACIÓN…….......52

         SUBCAPITULO IV: CUARTA ESTACIÓN…………60

CAPITULO V: ECONOMIZANDO LA ECONOMIA………...…..…71

CAPITULO VI: EL SUSPIRO DEL ABUELO…………..............….113

CAPITULO VII: EL CONTENIDO DEL PERGAMINO…...............121

CAPITULO VIII: LA LLAMADA DE LA DESESPERACIÓN.…...135


CAPITULO IX: PLESBITUM SCITUM………………….....………153


CAPITULO X: LA SOLUNIÓN……………..................................…159













CAPITULO I: INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA  





Cuando se llega al punto de considerar que todo está perdido, surge un periodo de tiempo muy determinante que nos abre la puerta de alguna opción adicional. No perder la esperanza y no bajar los brazos hasta el final, nos podrá sacar de la situación más complicada. Hemos visto y leído miles de historias que hablan de proezas de personas en situaciones dramáticas dónde: un golpe de ingenio, una gran persistencia o la mismísima suerte, les ha permitido salir adelante en el último momento. Ello nos demuestra que justo antes de lo peor, hay alternativas que no siempre vemos a tiempo. Sin embargo yo mismo, no conocía ninguna historia en la que todos los ciudadanos unidos, consigan dar la vuelta a una situación límite antes de llegar al caos, anarquía ó conflicto bélico cómo única alternativa. Esa es nuestra historia.

Todo transcurre en un país llamado Ibericia, un lugar maravilloso de clima extraordinario, amenizado por una gastronomía fabulosa y por supuesto siempre gente acogedora. A pesar de todo ello, el país estaba pasando por lo que algunos consideraban uno de los peores momentos de su historia reciente.

Comienza a mediados del mes de agosto. Por las mañanas se podía observar a un abuelo sentado en una vieja pero cómoda silla de mimbre, acompañado únicamente por sus perros y aparentemente sin hacer nada. Su casa era una villa antigua de campo restaurada que se situaba a las afueras de la ciudad justo a pie de un lago en un lugar muy tranquilo y rodeado de grandes y frondosos árboles. A pesar de su longevidad, casi un centenar de años, mantuvo siempre una prodigiosa y portentosa salud que le permitió llevar una vida muy activa. Lo extraño de nuestro abuelo, es que vivía sólo y alejado de sus seres queridos desde hacia ya más de tres navidades. Aislado de toda conexión con el mundo exterior, sin televisión ni radio, lo convirtió en un retiro absoluto. En aquella situación, su familia había perdido toda esperanza para rescatarlo de esa especie de amargura y parecía que todo iba a continuar igual de manera irreversible.

Sucedió que un día de repente, don Matías, así se llamaba, decidió aislarse de forma voluntaria y no volver a ver a nadie excepto a la que había sido su asistenta durante más de tres décadas. El intento de su familia por no dejarlo sólo, dio lugar a una serie de confrontaciones que endurecieron aun más la situación y que costó grandes disgustos. La familia impotente ante sus arrebatos para que respetaran su decisión, veía cómo se iba haciendo más y más mayor sin poder hacerle cambiar de idea, incluso pensaron que se había vuelto loco. Eso desencadeno que lo obligaran, por medio de prescripción médica, a hacerse pruebas de todo tipo con la condición de que si no tenia nada, lo dejarían en paz. Pero los resultados de las mismas fueron tan favorables, que incluso el doctor que lo trató quedó perplejo. Todo estaba bien, no mostraba cercanía a ningún cuadro anómalo, ni tampoco desequilibrio alguno y eso fue gota que colmó el vaso para acabar en la pelea y separación definitiva. El último arrebato fue tan violentó que incluso los amenazó para que no volvieran a su casa y todos presenciaron estupefactos una ira en él que jamás antes habían conocido.

Siempre estuvo acompañado por sus dos perros guardianes de raza Gran Danés y una gata Persa que había sido muy anhelada por su ya difunta mujer. Tenía una casa de dimensiones enormes y había conseguido acumular un patrimonio más que sustancial. Aunque su vida fue bastante comedida y reservada a la gente más cercana, su carácter era entrañable y bondadoso, motivo por el cual hacia más difícil entender su decisión. Por último la familia no tuvo más remedio que resignarse a aceptar esa difícil situación.

Ese tiempo de soledad repentina e incomunicación no fue gratuito y provocó que su aspecto comenzara a envejecer día a día de forma acelerada. Muchas cosas con las que solía disfrutar también dejó de hacerlas resistiéndose solamente a permanecer allí. Entre sus pasatiempos anteriores figuraba uno que fue muy especial y fue la semilla de esta historia.  Tiempo atrás, con cierta frecuencia, solía mantener una serie de charlas muy instructivas con uno de sus nietos más jóvenes, al cual consideraba bastante avispado y dotado de un don prodigioso que sólo él había descubierto. Salvando las distancias, llegaban a parecer un pupilo y su maestro cómo en la antigua Grecia y el mundo Helénico. Pero ahora, cómo a todos los demás familiares, sin excepción, tampoco estaba dispuesto a recibirlo, ni a verlo. Renegaba de todos y la familia consternada mantenía un sentimiento contradictorio que con impotencia les hacia sentir que su abuelo estaba muerto pero en vida.

Aquellos diálogos que en el pasado mantuvo con su nieto, eran tan entretenidos para ellos, que decidieron ponerle nombre y los llamaron economizando la filosofía. Para don Matías, era una manera resumida de decir que debíamos sacar la esencia a las cosas y a la misma sabiduría, saber extraer lo que te deja hoy y te va a dejar mañana estar feliz y así desechar lo demás con mayor claridad.  Tenía una forma de ser bastante especial y hacia hincapié que ante cualquier problema ya había gente de sobra para hacer las criticas. Para él, lo rentable y satisfactorio era guardar las fuerzas e intentar exprimir el jugo de todo lo que se dijera, bueno o malo y hacer la síntesis necesaria para actuar con determinación. Por supuesto, esto no era fácil de explicarlo y menos a un chaval de quince años, pero conseguía mostrárselo por medio de esa serie de diálogos y metáforas, que al final acabaron en algo muy didáctico. Aquel tiempo de jugar con el pensamiento les confirió una complicidad entre ellos fuera de lo normal. En las charlas, don Matías encerraba mensajes implícitos que requerían no sólo de explicación y entendimiento sino de experimentación personal. Con esta relación, él se sentía afortunado porque había encontrado un vínculo adicional con su nieto además del que le otorgaba por derecho natural su parentesco. Sin embargo, su nieto se lo tomaba con mucha naturalidad, cómo si fuera algo habitual entre abuelos y nietos. En realidad, el niño era muy joven para llegar a conocer lo especial de aquellos ratos. En cualquier caso la crítica constructiva desde la experiencia por parte del abuelo y la visión imaginativa, casi predictiva, desde la inocencia del nieto, les hizo ser protagonistas del fenómeno político social más importante de la historia de Ibericia.

Después de más de tres años en ese dramático retiro, una noche mientras dormía, unos sueños hablados que tuvo, interrumpieron la silenciosa noche. Su asistenta,  la señora Adela, único hilo de conexión con la familia, confesó que pudo escucharlo hablar durante horas y horas, con emocionadas palabras y lo que parecía ser, unas carcajadas continuadas. Entre risa y risa, no cesaba de mencionar el nombre de Julián, por lo que todo indicaba que era su nieto.

Curiosamente en ese periodo, Julián no estaba pasando por un buen momento personal y más que nunca sentía la falta de apoyo de su abuelo ya que estuvo dieciséis años muy unido a él. Además los últimos acontecimientos en el país no eran nada halagüeños. Los ciudadanos reflejaban sentimientos de rabia frente a los dirigentes del país y los pronósticos sobre la economía un mal augurio. Durante todo el día se podía escuchar, a cualquier hora y en cualquier medio de comunicación existente y por haber;  noticias, tertulias interminables; dramas familiares, manifestaciones de gente y millones de desempleados mostrando su impotencia e indignación.  El desahogo de toda está situación, generó un creciente descrédito de la clase política y de todo profesional vinculado a ellos, tratándolos de  corruptos y culpables de todo mal. Los mismos que sentían cada día la presión de la ciudadanía ante su muestra de no saber que hacer por si mismos para resolver tal entuerto. Parecían esperar por esperar y justificaban depender de otros países de su entorno para solucionar las cosas. Incapaces de hacer algo de verdad para cambiar la situación insostenible, algunos ya comenzaron a dudar de la democracia que tanto deseamos años atrás. Los profesionales que representaban al economista, no gozaban de mejor salud ya que a pesar de ser su momento de protagonismo, al preguntarles que es lo que se debía de hacer en tales circunstancias, solo se limitaban a decir y opinar sobre lo que se debió de hacer en el pasado. Razones por las cuales la sociedad empezaba a considerarlos también cómo pasivos de la crisis y oportunistas del momento. El chaval llevaba estudiando poco más de un año la carrera de ciencias políticas y económicas y ahora desanimado le embargaba la duda por continuar. Necesitaba el consejo de su abuelo y al escuchar la llamada que hizo la asistenta a su madre para informarle las noches inquietas de sueños hablados con su nieto, Julián se dispuso a visitarlo sin que nadie lo supiera. Sus padres ya le habían advertido en múltiples ocasiones que era mejor dejarlo sólo haciendo hincapié en el dramático final que tuvieron  la última vez que lo vieron.

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